La idea es en ocasiones dárselas de directora y hacer repetir la escena múltiples veces a los actores (Como esa parte donde se miran, se dan besitos y quizás un agarrón en el poto) quedándote al final con una definitiva para poder avanzar la historia.
La acción termina cuando te empieza a invadir el sueño, o cuando tu mente no hace caso al libreto y comienza a crear diálogos que no estaban en el parlamento. Ahí se opta por dormir o cambiar de canal un rato y ver que se teje en "El funeral de Natalia Branttes" o "Natalia Branttes le saca la cresta a su archienemiga" (Sí, la protagonista siempre soy yo, y qué tanto)
Y si el rating baja durante el tiempo (cuando no se me ocurre ninguna otra mentira para continuar) decido dejar el final abierto o volver nuevamente a la escena del beso y manoseo ingenuo, pero es más lo primero.
Es bien entrete. Lo único malo es que a veces la cosa va tan buena que da pena despertar y escuchar los grititos de la Señorita realidad diciéndote algo como: ¡Apaga la tele mierda!